Por Diego Calp
Por lo general, un debate muy común sobre la identidad de género, es el de reconocer a las personas trans con el género que se identifican. En este sentido, nos encontramos con que la mayoría de las personas que se oponen a las identidades trans, están totalmente de acuerdo en la libertad que tienen estos de “percibirse como deseen”, sin embargo, no coinciden con la idea de tener que, ellos mismos, reconocer a las personas trans con sus respectivos géneros.
Esto resulta un problema para la sociedad, y en especial, para la comunicación humana, puesto que, según Watzlavick, el contenido de la comunicación, queda relegado a segundo plano, para darle lugar a la relación que existe entre los comunicantes. En este sentido, se habla tanto de definir está relación entre ambos, como de definir el si mismo de las personas; lo conativo (relacional) abarca ambas cuestiones como una sola. Teniendo en cuenta esto, es muy importante que las personas confirmen la definición que tienen otras de si mismas, porque es probablemente el factor que más pesa en la estabilidad mental de una persona.
Para Watzlavick, es fundamental que las personas se comuniquen a los fines de la autopercepción, ya qué, según se ha experimentado, las personas que están expuestas a prolongados períodos de soledad, comunicándose únicamente con ellos mismos, tienden a perder rápidamente la homeostasis emocional.
Para aquellos que pongan el grito en el cielo acerca de este asunto, aludiendo que, de esta forma, deberíamos considerar qué una persona que se autodefine como perro, como dinosaurio o como cualquier otra opción que pueda considerarse propia de una ilusión esquizofrénica. Hemos de decir que, Watzlavick, también dice que el rechazo a la percepción del si mismo de una persona puede ser constructiva, precisamente, cuando, por ejemplo, un psiquiatra rechaza la definición que un paciente hace de si mismo.
En conclusión, nombrando a Martín Buber, podemos decir qué la base de la vida de una persona con otra es doble, y es una sola: el deseo de toda persona de ser confirmada por los demás como lo que es, e incluso como lo que puede llegar a ser y la capacidad innata que tiene para confirmar a sus semejantes de esta manera. El hecho de que tal capacidad esté tan inconmensurablemente descuidada constituye la verdadera debilidad y cuestionabilidad de la raza humana: la humanidad real solo existe cuando esa capacidad se desarrolla.
Watzlawick et al. (1981). Teoría de la comunicación humana. Interacciones, patologías y paradojas. Empresa Editorial Herder. Barcelona. ISBN: 84-254-1205-6
0 Comentarios