Por Diego Calp

Para darle un poco de contexto a esta religión, solo puedo decir que todo empezó en 2016, época en la que empecé a descubrir la filosofía y mis creencias cambiaron radicalmente. En ese momento, estaba con muchas dudas acerca de la existencia de Dios y sobre como seria, razón por la cual me dedique a reflexionar y llegue a una serie de conclusiones. La primera vez que escribí algo de esto fue en el cuento “La Legión del Bosque”. Recientemente, luego de haber leído durante dos años sobre las diferentes religiones, en su mayoría orientales, se me ocurrió darle forma a mi filosofía y fundar una posible religión. Espero que les guste.

Primer principio: Anekāntavāda.

No se propone la existencia de una verdad absoluta. Las personas son diferentes, tanto biológica como socialmente, por lo que su percepción del mundo varía de forma contundente, pues, el procesamiento de la información de la realidad social se ve altamente influenciada por los significados sociales aprehendidos, a lo largo de la vida, y que constituyen parte fundamental de la psiquis social; razón por la cual, muchas veces existe una opinión diferente de una misma situación o estímulo. Existe una gran carga subjetiva. Comúnmente, los no absolutistas proponen que la única verdad absoluta es que no existen las verdades absolutas. Si bien esto sería válido en esta filosofía, pues, tanto paradojas como contradicciones, son bien aceptadas, nosotros consideramos como mejor opción no negar la existencia de una verdad absoluta a pesar de que no creamos que existe una.

La realidad podría existir y ser absoluta, o no existir y ser únicamente una ilusión de la conciencia. Los anekantavadas creen que la realidad es real, sin embargo, los temporalistas proponemos que, de ser real, es cambiante y no es estática. Todo cambia, nuestros pensamientos, percepciones y la realidad misma.

Segundo principio: El Tiempo.

El tiempo es visto como una deidad, como el todo universal. Es decir que está en todos y es absolutamente todo lo material y lo inmaterial (que, en última instancia, proviene de lo material). Es una energía, o es la energía qué permite que todo sea. Pues el criterio de movimiento depende de una energía qué permita que existan los estados pasado, presente y futuro, sin los cuales todo sería estático y no podría prevalecer. Esto se debe a que, todo lo material está conformado por átomos, que, a su vez, forman electrones y protones en constante movimiento; si estos frenaran, simplemente la materia desaparecería.

Si el Tiempo creo la materia, no podemos decir que la hizo de la nada. Puesto que el espacio es algo y que la nada no es ni meramente concebible. En todo caso, habría que hablar de la incapacidad de generar materia a partir de tan solo espacio. Puesto que es precisamente el espacio, lo opuesto a lo material; puesto que el primero contiene al segundo. Si el Tiempo es un ser que ha creado la materia, debe haberlo hecho desde algo. El propio Tiempo cumple la noción de algo, siendo algo intangible a partir de los cinco sentidos y algo que no ocupa espacio. De esta manera, la única forma en la que el Tiempo pudo haber creado materia es por medio de la transformación de las ideas en objetos o de fenómenos intangibles a tangibles, dicho de forma filosófica, a través de la alquimia.

O quizá, si el espacio es algo que, como vemos, contiene materia, más allá de que pudiera considerarse un opuesto, ambos siguen siendo, y no no siendo. Por lo cual, podría creerse qué, incluso existe un material anterior al primero de la tabla periódica, siendo este el propio espacio, y su transformación a través de la alquimia, podría ser, ni más ni menos que el primer elemento de la tabla periódica. Así como el aire ocupa un espacio y el agua otro, el espacio ocupa lo que no ocupa la materia, pero esto no hace que deje de ser, sino que, al contrario, sigue siendo.

Tercer principio: Alma o espíritu.

Todo ser humano tiene una esencia espiritual, sea está el alma o el espíritu, que es parte inherente del propio Tiempo. Al ser una extensión de Él, podríamos considerar que somos en esencia dioses o tenemos la potencialidad interior para serlo; empero, esto depende de que descubramos como activarla en la vida. Existen posibles vestigios de esto y podemos vivenciarlo en la vida cotidiana; con la simple idea de que podemos enfrentar las vicisitudes diarias de nuestras vidas y con la determinación de que vamos a lograr lo que nos propongamos. Y quizá, en algún punto, seamos capaces de lograr lo que sea, de controlar la propia realidad. A su vez, somos diferentes del tiempo, es decir que, en esencia somos una extensión de Él, pero a la vez una creación separada. Es decir que constituimos una no-dualidad y a la vez una dudalidad.

También se le da una gran importancia a nuestra conexión con la naturaleza. El Tiempo representa fundamentalmente esa relación intrínseca con ella; y disfrutar de un día al aire libre, por ejemplo, se ve de forma positiva y saludable.

Cuarto principio: Trascendencia.

Podría existir el karma, podría existir el paraíso. Los temporalistas creemos que cada persona va a dónde desea ir; pero que primero deben pasar por un proceso de evolución personal que incluye a la reencarnación como proceso fundamental. Esta estará al servicio del conocimiento, de la ayuda a las demás personas y del disfrute de la vida; con lo que se dará una constante evolución de sabiduría, es decir que, cuando reencarnemos en una nueva vida, volvemos a comenzar a estudiar para ampliar los conocimientos hasta llegar a un punto en el que se genera la liberación espiritual.

En cuanto al concepto de karma, si existiera, únicamente se basaría en la idea de no dañar a los demás o a uno mismo; aunque en el temporalismo también se considera que lo que nos sucede es fruto del azar y una puesta a prueba de nuestra potencialidad, que es mucho más grande de lo que creemos. En el temporalismo también se cree que la persona, luego de la liberación espiritual, llega a un lugar previo a lo que anhela en la trascendencia, en donde se planteara lo que hizo en sus vidas pasadas o si en algún momento le hizo daño a alguien.

Con respecto a la muerte, podríamos considerar que no es más que la expresión de un estado de existencia diferente. Si lo planteado en este principio, o en cualquiera de los demás, nos es verdad, de cualquier manera, no necesariamente tendríamos por qué afirmar que la muerte es un estado de inexistencia. Primero que nada, cabe destacar que esto no es más que una creencia humana (probablemente incomprobable), un ideal acerca de que no hay nada después de la muerte. Para los temporalistas, hay pocas cosas que sean consideradas imposibles, debido a que somos anekāntavādas, sin embargo, la nada se ve como algo casi totalmente improbable. La nada, como su palabra indica, no es nada, como ya se explico en el principio anterior. El concepto de nada, no puede ser, porque ser requiere de existencia, por tanto el no ser simplemente no puede existir (Parménides). Lo que se puede comprender cómo la imposibilidad (o, más bien, improbabilidad) de que la muerte sea llegar a la nada. Lo que parece más factible, teniendo en cuenta esto, es que el nombre muerte no sea más que la evolución o el paso a otro estado existencial del ser. Ya sea la reencarnación, el paraíso, el retorno, o lo que fuere.

Quinto principio: Moral.

La moral es dependiente de los límites geográficos en los que se encuentre. Lo que está bien en nuestra sociedad, puede estar mal en otras; y lo que está mal en la nuestra, bien en las otras. Se promueve al análisis ético, que las personas comprendan que es lo que puede dañar a las demás personas y se basen en ello para llevar a cabo sus actos. Está no es una religión o filosofía que tiene como objetivo el control social, como si sucedía con las religiones del pasado; sino que es una alternativa para aquellas personas que buscan vivir una vida espiritual, liberal y creer en algo. Aunque se promueve la ayuda a las demás personas, como una de las formas de espiritualidad.

Se tiende a ver cómo negativa el intento de modificación (o colonización ideológica) de las sociedades que son diferentes a las de uno. Si bien, como ya dijimos, en lo que se refiere a la moral, cada cultura varia, esto no significa que una cultura en específico tenga derecho a adaptar a su moral a otras sociedades, por más “primitivas” que le resulten. Se busca la idea de análisis antropológico, es decir, un análisis que intenta tener la máxima imparcialidad posible, a pesar de que la moral de una sociedad sea totalmente opuesta a la que uno tiene.

Sexto principio: Conocimiento.

El conocimiento como una de las vías más aceptadas para la búsqueda espiritual. Ya sea a través de la lectura y estudio de libros, por medio de la meditación o haciendo posiciones de yoga. Se considera fundamental el conocimiento científico, filosófico, religioso y espiritual; pero estos nunca deben ser mezclados a menos que se trate de hacer una prueba independientemente, en cuyo caso se recomienda la técnica de la magia del caos. En resumen, cualquier forma de conocimiento es válida y puede ser profundizada mucho más de lo que se aparenta a simple vista. El conocimiento es conocimiento irrestricto.

De la misma manera, también se fomenta la divulgación del conocimiento. Sea a través del medio que sea, pero, sobre todo, a través de la escritura.

Existen tres formas de conocimiento.

Científico: Es un conocimiento que se basa en requisitos espistemologicos; tales como la objetividad, que busca poner al investigador de la forma más separada posible de su objeto de investigación y que, de esta manera, evite imbuirla de su propia subjetividad o cosmovisión; repetitividad, que significa que, si un fenómeno se repite una cantidad de veces, cumpliendo con los requisitos que propone la hipótesis, entonces pasa a considerarse un hecho.

Filosófico: Conocimiento a la sola luz de la razón. “Conocimiento cierto por causas”, según Aristóteles. Empero, la filosofía no se basa en requisitos que tiendan necesariamente a lo científico, sino en la búsqueda a partir de la contemplación y de la reflexión. Los requisitos, en la mayoría de los casos, tienden a la lógica, pero no se cierran a ella únicamente, o no a la lógica más estandarizada, sino que se acepta la polivalencia, que va en compañía del propio criterio que corresponde a la existencia de paradojas y contradicciones en nuestro mundo.

Trascendental o espiritual: Es el conocimiento por el que promulgan las religiones. Se busca la conexión con Dios o el autoconocimiento del si mismo, pero es un conocimiento que va más allá de lo físico, es la búsqueda de lo espiritual, de lo irrestricto. Se suele buscar por medio de diferentes técnicas, que en general, pueden estar relacionadas a la filosofía. De hecho, muchas veces no se hace discriminación entre filosofía y espiritualidad.

Caminos posibles para la búsqueda de lo trascendental.

Meditación:

En Oriente existen diversas formas para conocer el aspecto más espiritual de la vida, y uno de los más importantes es la meditación. Está consiste, a diferencia de lo que muchas personas de Occidente creen, en fijar la atención en algo en específico. Puede ser en un objeto (los buddhistas tienden a usar imágenes de Siddhartha Gautama) o en la respiración (como suelen hacer los hindúes en el raja yoga). La idea es que, una vez que la mente se a despejado lo suficiente, y tanto estímulos externos como internos no interrumpen está concentración, se pasa a un estado que se llama serenidad (especialmente en el buddhismo). En este estado, una de las posibilidades es tratar de reflexionar acerca del significado del Nirvana, como hacen los buddhistas, es decir, de lo trascendental. Otra de las opciones, más propias de los hindúes, es aquietar la mente en su máxima expresión, pues eso significa retornar a la quietud original, es decir, al volver al ser supremo.

Sin embargo, la meditación puede ser usada también como una forma de relajación que apoye la concentración de las personas, previo a reflexionar sobre las cuestiones espirituales. Podría ser vista más como una herramienta, que como un fin en si misma. De hecho, en psicología, se utiliza para reducir los grados de ansiedad y malestar general, además de ser un excelente entrenamiento para la concentración; pero se la suele llama Mindfullness.

En nuestro caso, también la empleariamos para comprendernos como parte del todo, a nuestra esencia Suprema.

Yoga:

Este procedimiento es harto complejo, ya que no se trata de un unico yoga, sino de diversos y, más allá de que los hindúes digan que no importa cuál realices, pues todos tienen el mismo objetivo, la realidad es que no todos son para algunas personas. Es decir que, para algunos hacer Bhakti Yoga puede ser la opción más viable, sin embargo, otros preferirán el Jnana Yoga.

Bhakti Yoga: Es el yoga de la devoción. La práctica consiste en la recitación regular de mantras a Dios (al Tiempo se le pueden dar varios nombres, no hace falta que se piense en el tiempo cuando se hace. Según la religión Wicca, es más sencillo centrarse en la devoción a un nombre y una forma que sea familiar a quien reza; eso también es aceptado en el hinduismo, incluso si la deidad no pertenece a su panteón. Dios tiene varios nombres, pero es siempre el mismo; y también se le pueden atribuir ciertas características diferenciales). Específico que los mantras van dirigidos al Tiempo, debido a que existe otra técnica que también se basa en ellos, pero no van dirigidos a una deidad en específico; aunque ya hablaré de eso más tarde. La recitación es pensando en la deidad seleccionada, y haciéndolo con el amor más sincero posible. Este yoga es el yoga del amor a Dios.

Jnana Yoga: Conocido como el yoga del conocimiento, o el yoga para los filósofos, este yoga busca, al igual que los demás, el autoconocimiento. Lo que se busca es comprender por qué uno mismo es Dios.

Hatha Yoga: Es conocido por ser el primer yoga basado en asanas (posturas). En este sentido, este yoga busca posturas que se consideran sagradas y suelen se representadas por dioses, animales o imágenes en libros sagrados. Las posturas permiten conectar con el ser supremo a través de la concentración en lo trascendental. Este yoga es sumamente bueno para la salud física y mental, y a su vez, es una forma de meditación acerca del Ser. De este tipo, existen otros yogas, como el kundalini, el Sivananda, el nidra (yoga del sueño), y el de Srī Srī Ravi Shankara (que tiende a las prácticas respiratorias elevadas).

Artes marciales:

Las artes marciales son una forma de conocimiento que, comúnmente, se la confunde con un deporte, sin embargo, su filosofía tiende a la espiritualidad generalmente relacionada al buddhismo y otras tradiciones orientales. En algunas, como por ejemplo el Judo y el BJJ, se pueden observar posturas realmente similares a las que se observan en los yogas basados en asanas. Es curioso ya que también son análogas en el aspecto espiritual, pues ambas buscan el autoconocimiento y la autosuperación. Es mas valioso vencerse a uno mismo que a un oponente. En palabras del filósofo espiritual Lao-Tsé: “Quien vence a los demás es fuerte, pero quien se vence a si mismo es poderoso”.

Cada arte marcial consta de su propia filosofía, e incluso, su nombre esta directamente relacionada a ella. Verbigracia, Jiu Jitsu, que significa “el arte suave”; Aikido, que significa “el camino de la energía”; Kendo es “el camino de la espada”; y Judo “el camino de la flexibilidad”.

Las artes marciales chinas no se quedan atrás. Quizá, en este sentido, nuevamente podamos hacer una breve analogía entre el estilo mas espiritual del Kung Fu, y el yoga postural. Me refiero al Tai Chi, arte marcial que realizan, de forma casi exclusiva, los monjes del templo Shaolin. Esta arte marcial tiene dos focos, el espiritual, que se da por movimientos más lentos y pausados, y el que es algo mas marcial, que suele ser empleado en lucha. De esta deviene el Wing Chun, arte marcial que tiene una fuerte influencia de las religiones buddhista, taista y confucianista.

Septimo Principio: La vida en general.

Se busca que las personas, aparte de alimentar lo espiritual, también disfruten de la vida. A diferencia de muchas religiones orientales, se considera que el deseo humano es algo positivo, que debe aceptarse y disfrutarse. El sufrimiento es algo inevitable de la vida, que se cree que es azaroso. Aceptarlo, lejos de se resignación o una rendición a él, es una manera de encontrar la forma de enfrentarlo y mejorar; generalmente empleando el método psicológico de la terapia cognitivo conductual, es decir, el cambio de ideas acerca de los estímulos desagradables. El reconocimiento de que la vida puede ser feliz más allá de la existencia del sufrimiento se considera muy positivo. El apego tampoco es un problema, a menos que el sufrimiento generado por este sea inconmensurable y genere un malestar significativo que interfiera con la vida cotidiana de una persona; también referido a los excesos o, mejor llamadas, adicciones.

La felicidad de las personas depende casi exclusivamente de las ideas que se tengan acerca de lo que perciben en el mundo. Y, de hecho, una de nuestras mejores capacidades es cambiar estás ideas o nuestras perspectivas sobre ciertos fenómenos o estímulos para verlos de forma positiva, y así ser felices, incluso aunque pareciera que dicha realidad debería sernos desagradable o angustiante.

Como diría Albert Ellis: “No son las situaciones las que afectan a las personas, sino las ideas que se hacen sobre ellas”. Esto significa que, las personas, si bien solemos tener pensamientos adaptativos, muchas veces caemos en los llamados pensamientos desadaptativos, que son irracionales, y que nos generan malestar; pero que, de cualquier manera, con la terapia adecuada podemos cambiar.

En este sentido, los temporalistas consideramos fundamental enfrentar las situaciones, por más azarosas que sean, ya que el ser humano tiene una potencialidad que desconoce, pero que puede ayudarlo a enfrentar situaciones deleznables.

Para poder ser feliz es necesario sufrir. Sin el sufrimiento, su opuesto, viviríamos en un estado estático de felicidad y no podríamos conocer el significado de está. Sería básicamente igual que no vivir la felicidad, puesto que es gracias al sufrimiento que uno puede disfrutar de algo cuando esté desaparece.

No se podría concebir la felicidad porque no habría una contraparte que generará otra vivencia completamente diferente.

A este respecto quizá les suene conocida “La Primer Noble Verdad” postulada por Siddhartha Gautama, que es, sin lugar a dudas, una de sus enseñanzas más lógicas y viables a nivel científico. El dice que uno debe aceptar al sufrimiento como parte de su vida, entre otras cosas, para evitar la frustración intentando negar una realidad inherente a la vida misma. Sin embargo, existe un inconveniente en su filosofía que es la búsqueda de un estado en el que no exista el sufrimiento (posiblemente el nirvana). Si las personas se centraran en esa búsqueda, no apreciarían lo que ya tienen, más allá de que exista el sufrimiento y, por otro lado, obtendrían el desencanto que se tiene cuando algo como la felicidad (o cualquier otra cosa) se eterniza indefinidamente.

A saber, en esta misma línea, quizás los propios hindúes cometan ese error. Si bien, como religión, el Sanatana Dharma, está muy avanzado, consta de esta dificultad de la que también es parte del Buddhismo, como señalamos. El caso es que, según el hinduismo, el ser humano busca tres cosas: ser infinito, dicha infinita y conocimiento infinito. Estando de acuerdo con la primera, he de decir que las otras dos no generarían otra cosa que desencanto y aburrimiento a la larga. Si somos dichosos eternamente, ¿por qué vivimos? Pues se reconoce, según Aristóteles, a la felicidad como fin último. Y si tenemos todo el conocimiento que existe ¿qué buscaríamos? Ya lo sabemos todo. ¿No seria acaso eso, no solo aburrido, sino también desmotivador? La realidad es que, los misterios de la vida, junto con la felicidad, le dan a esta un sentido en si mismos. Esta es, quizá, la visión de algunas escasas y poco conocidas religiones como las paganas, como podría ser la Wicca; quizá al propio temporalismo pueda entrar en esta clasificación, ya que la Wicca considera que toda persona debe vivir todas las experiencias de felicidad y sufrimiento. Al igual que el temporalismo, busca un crecimiento en el conocimiento, lo que va haciendo crecer a las personas a lo largo de diversas vidas.

Octavo Principio: Druidas o sabios (la clase sacerdotal).

No existe una clase sacerdotal, ni maestros en si mismo. Cada persona adquiere sus propios conocimientos y, en la medida de lo posible, sin que alguien influencie en ellos. Si no hay un conocimiento condicionado por otros, y las personas llegan a sus propias conclusiones, se puede ampliar el conocimiento que tenemos del mundo aún más y más. Pues no se deja de lado ninguna opción. Los druidas son aquellas personas que, en todo caso, han adquirido un conocimiento del Tiempo, ya sea como deidad, o como fenómeno esencial u originario, bastante extenso; aunque queda claro que el conocimiento nunca se termina.

A diferencia de otras religiones, el temporalismo no ve imprescindible la idea de una sucesión discipular, sino que cada persona busca el conocimiento de la forma que prefiera, de manera que los caminos sean cada vez más variados. Empero, los druidas o sabios, vendrían a ser eruditos los cuales pueden ser consultados, pero no son guías espirituales.

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