Por Diego Calp
Ya que estamos, ¿por qué no hacer lo mismo con el trastorno de disforia de género? Y podríamos sumar una cuestión bastante interesante respecto a las conductas pliance. La disforia de género, como ya habíamos descrito la vez anterior, es la confusión que la persona experimenta cuando sus allegados, generalmente sus padres, la tratan con una identidad de género que no es la propia, basandose en su sexo. En ese sentido, el tratamiento con una identidad diferente es un tipo de castigo, es decir, un estímulo que produce la extinción de una conducta específica, en este caso la de la identidad a la que pertenece la persona. Sin embargo, surge una contradicción, que es la fortaleza de las conductas identitarias de la persona, llevando a una especie de equilibrio, que produce la sensación de no saber muy bien que es uno, y, por tanto, al malestar a falta de poder identificarse con un género específico (entendiendo que la identificación con las conductas de género son fundamentales para la persona, les genera bienestar y seguridad de si mismas).
Respecto a esto, el abordaje para su tratamiento podría su muy diverso. Desde psicoeducacion a los padres para extinguir sus conductas castigadoras de la identidad de su hijo/a, hasta la búsqueda de reforzar la propia identidad de la persona.
Otra cuestión interesante relacionada a esta circunstancia, es la del proceso de transición de las personas transgénero, es decir, de la reasignación de sexo.
En este sentido, es muy común que se plantee la pregunta de, ¿por qué si el género es una cuestión conductual condicionada o no biológica, muchas personas trans buscan llevar a cabo un tratamiento hormonal y cambiar su sexo?
La realidad es que, lo que estás personas buscan es hacer coincidir su sexo con un género específico, según lo que establece las reglas impuestas por la sociedad.
Las razones por las que lo hacen pueden ser diversas, pero quizá esta dos sean esenciales:
La primera es que los médicos encargados de este tema, refuerzan su deseo mediante la promesa de un mayor estado de bienestar y comodidad.
La otra es porque existen grupos sociales que buscan constantemente criticar la identidad de género, como una ideología o algo que no existe, esto reduce la posibilidad de aceptación de si mismos por parte de las personas trans y refuerza su deseo de hacer coincidir su género con el sexo, según lo establecido por la sociedad, lo que sería una conducta pliance. Que, curiosamente, a su vez resulta como reforzador propio de aquellos grupos sociales, que entienden a la reasignación de sexo, como una suerte de confirmación de que ellos tienen “la razón”.
En resumen, las personas trans llevan a cabo la reasignación de sexo, porque algunos grupos sociales les imponen una conducta gobernada por reglas (pliance): “las mujeres son personas con vagina, los hombres tienen pene”. Y, al llevar a cabo el cambio de sexo, se produce el refuerzo de las conductas de esos grupos sociales que critican a la identidad de género; es decir, una suerte de simbiosis o de refuerzo bidireccional.
La Terapia de Aceptación y Compromiso, podría ser una opción útil para generar flexibilidad psicológica respecto a las conductas gobernadas por reglas pliance, que estos grupos imponen sobre las personas trans. De manera que las personas trans puedan aceptar su realidad, su identidad de género y su sexo; entendiendo que estos no deben ser de un modo u otro para coincidir entre si, si es que la razón que las motiva al cambio no son otras que las dos ya expuestas. Dejando, por supuesto, la puerta abierta para que, las personas trans, decidan si desean, aún así, llevar a cabo la reasignación, y siempre sin juzgar esa decisión.
1 Comentario
Vilmaklappenbach · 11 marzo, 2023 en 12:41 pm
Es muy interesante lo que planteas todos los padres deberían saber como ayudar a sus hijos