Por Diego Calp

Hace unos días descubrí algo muy interesante. Muchas personas se dedican a detractar a otras cuando estas fallan en su experimento, e incluso son capaces de tergiversarlas en otras cuestiones, porque no conciben la posibilidad de que tengan éxito luego de haber errado anteriormente. Incluso lo critican a pesar de que lo que está haya hecho, haya sido por mejorar la vida de otros. Por el contrario, y de una forma paradójica, aquellas personas que hacen cosas, consideradas bastante antiéticas, pero que no fallan, son vistas con deferencia y no se les ocurre de ninguna manera hacer la menor observación negativa al respecto.

Esto fue lo que sucedió con el sexólogo John Money y el tratamiento que le proporcionó a David Raimer. Este, por supuesto, falló y frente a esta equivocación, las personas, comenzaron a criticar su teoría como inválida. Es así, que un solo error, acarrea que todo lo demás que haga una persona será falible. Incluso a pesar de que no lo sea, como en el caso de sus tratamientos de reasignación de sexo y rol de género a personas con hermafroditismo y microfalosomía, entre otras, consideradas en esos momentos, anomalías sexuales. Pero por supuesto, cuando una persona falla en algo, los espectadores comienzan a registrar con mayor atención todas sus demás acciones y este caso, precisamente, no es la excepción. En la actualidad hablan de Money como de un pérfido que petulantemente tomaba decisiones, sin interpelar a sus pacientes acerca de su opinión. Claro que esto no era posible pues hubo casos que se trataba de niños recién nacidos. Por lo que el doctor consultaba con los padres de cada niño acerca de lo que le parecía que era lo mejor para cada uno; incluso les daba una guía de asesoramiento, para ayudarlos a llevar la educación del niño. Entonces, cuando éstos daban su consentimiento, él procedía a realizar la reasignación.

Actualmente, esto puede ser muy mal visto, porque ya no se procede de esta forma; sino que se tiene más en cuenta al niño como sujeto de derecho. Pero me pregunto por qué las personas critican tanto a Money, sabiendo que viene de una época en la que el pensamiento era completamente distinto al nuestro, una época en la que recién se empezaba a desarrollar la Sexología, y de forma evidente, puesto que Money es  padre de la teoría de la identidad de genero. Simplemente, se debe a su único error, el que cometió con David Raimer.

Alejándonos de este paradigma sexológico, acerquémonos al conductismo; específicamente a John Watson. El padre del condicionamiento clásico, suscitó una evolución muy grande para la psicología; especialmente en el área de la conducta y lo que se refiere a la influencia que ejerce el ambiente en el ser humano. Pero es justamente, por estos grandes éxitos que tuvo, por lo que se desdeñó por completo algunas de sus formas de proceder. Es decir, evidentemente no me refiero a que se ignoren, pues se saben muy bien; y es de hecho esto, lo que lo hace aún más sorprendente y contradictorio con respecto al caso anterior. El caso es que Watson experimentaba con ratas, en un principio, pero luego decidió ir un poco más lejos. Y es, probablemente, gracias a este experimento que pudo crear esa frase tan famosa suya, la que empieza con “Denme a doce niños sanos…”. Pues, me refiero a su experimento con Alberto, un niño de once meses de edad. La investigación consistía en utilizar el estímulo incondicional visceral del ruido fuerte, para generar una respuesta de miedo, condicionando a la vez, la presencia del ruido fuerte con una rata. De esta manera, el experimento se repetiría varias veces, hasta que la presencia de la rata (sin el ruido fuerte de por medio) generará la respuesta de miedo en Alberto. No sé si se comprende bien a qué quiero llegar, pero supongo que está claro que asustar a un niño de once meses de forma continúa, no es precisamente la mejor forma de constatar investigaciones.

Pero henos aquí, criticando a una persona que hizo los tratamientos para mejorar la calidad de vida de unos niños que, de lo contrario, probablemente recibirían el acoso de otros por sus diferencias (pues en esa época las diferencias fisiológicas generaban un gran rechazo).

Nos dedicamos a celebrar los experimentos de una persona, que por simple afán de conocer la conducta humana, hizo sus experimentos con un niño de once meses sin siquiera considerar el daño que podría generarle en el futuro.

Quiero cerrar diciendo que, personalmente, no pretendo criticar a ninguno de los dos; pues ambos vivieron en épocas con valores muy distintos a los que actualmente tenemos. Lo único que deseo es dejar constancia de que John Money, como todo ser humano, no fue perfecto. Quizás cometió actos que no fueron los mejores, pero no por ello se detuvo, siempre siguió estudiando e investigando hasta su muerte; probablemente con el fin de mejorar la calidad de vida de muchas personas, y es esto lo que importa. También quiero aclarar, que los errores son justamente, los que nos permiten mejorar, y que tener un primer tropiezo, no hace que todo lo anteriormente descubierto sea un error; sino más bien, una indicación de cuál es el mejor camino a seguir y cuál realmente no nos conviene para la conclusión a la que deseamos llegar. Cómo dijo Johann Wolfgang von Goethe: “El único hombre que no se equivoca es el que nunca hace nada”.

Categorías: Reflexiones

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