Por Diego Calp

Si bien hay una realidad que es que, el matrimonio, cómo institución social, pudo haberse creado teniendo en cuenta criterios biológicos, esto no implica que, con el tiempo, no pueda sufrir una serie de modificaciones.

Cómo se trata de una construcción social, evidentemente, por esta naturaleza que le es intrínseca, está sujeta al constante cambio. Por lo que, si en un principio el matrimonio fue de una manera, no hay razón por la cual no pueda serlo de otra, cómo lo es hoy en día, diverso. Por otro lado, los constructos de la sociedad, tampoco son absolutos. Esto implica que se bien pudieron ser creados con un objetivo muy específico, como puede ser la reproducción humana, no significa que no esté sujeto a modificaciones llevadas a cabo por las mismas personas, y es por ello que se generan los cambios. No se tratan de fenómenos biológicos que sean hechos, variables únicamente cada millones de años (evolución), sino sujetos a la variabilidad fácil y por convencionalismo de un grupo de seres humanos.

Teniendo en cuenta esto, un argumento muy extraño que se ha empleado para defender al matrimonio cómo algo inherente a lo biológico es que nos casamos por ser seres racionales. Primero que nada, no somos seres racionales, sino sociales, emocionales, cognocentes y racionales. Y está última es relativa, puesto que, como dice el creador de la Terapia Racional Emotiva Conductual, Albert Ellis, todos los seres humanos, a nivel biológico, tienden a tener pensamientos irracionales, basados en creencias absolutistas y de autoboicot. Razón por la cual, la alusión a la racionalidad cómo justificación del matrimonio, no tiene ningún sentido. Si nos casamos, es por convencionalismo social, porque existe esa opción institucional y por sentimientos emocionales (al menos en nuestra cultura, puesto que en otras como la India es por arreglo para ascender de casta (hipergamia)). Si bien los animales también se unen, se trata de algo diferente y una falacia de falsa equivalencia, pues ellos son incapaces de creas constructos sociales.

Por otro lado, hay que tener en cuenta qué, este cambio no ha sido abrupto, hace tiempo que se viene gestando en nuestra sociedad. Tiene que ver con que, la institución que genera la moral, que es la religión, si bien tiempo atrás tuvo mucho poder y control sobre la sociedad, ahora, con el surgimiento de nuevas ideologías como el progresismo, se están empezando a desarrollar nuevas morales, más adaptadas a nuestra realidad y no vistas como una imposición por parte de un ser superior.

Por último, decir que la validez de un constructo social es fundamental. A veces se cómete el error de creer que porque se trata de una fenómeno abstracto, ideal, no tiene validez, que no es nada en realidad. Sin embargo, que sea intangible, no lo hace no existir. Son convencionalismos y arreglos ideales que generamos para nuestra convivencia y que, por si fuera poco, conforman parte de nuestra identidad psicosocial, lo que les otorga una profundidad e importancia mucho mayor que otras tantas cuestiones.

Categorías: Reflexiones

1 Comentario

Vilma klappenbach · 12 noviembre, 2022 en 11:27 pm

Muy interesante el artículo
Para reflexionar

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