Por Diego Calp
Últimamente está siendo muy común criticar ciertos tratamientos psicológicos por su origen. Algunos psicólogos conductuales rechazan algunos tratamientos por su origen, alegando que lo único que vale es el conductismo; siendo sincero, a mí me encanta el conductismo, sin embargo, pienso que se equivocan cuando olvidan que, las terapias que crítican son también, intrínsecamente conductuales.
El objetivo de los detractores suele ser el Mindfulness, principalmente, cuyo origen subyace en el buddhismo zen. El buddhismo zen es la rama de esta tradición filosofica que mas importancia le da a la meditación, teniendo esta el papel central de la práctica del buddhismo. A diferencia de otras ramas de esta religión, la zen considera que la meditación consiste en poner atención al presente, momento a momento, y sin juicios de por medio. Es lo que consideran como la experiencia directa o verdadera. El presente, es visto como algo atemporal, ya que no puede ser medido en términos de tiempo; a la vez que se lo considera eterno, porque es lo único que sucede de forma permanente, mientras que el pasado y el futuro son una ilusión. Lo importante es vivir en el momento presente.
Evidentemente, el buddhismo zen, al igual que las demás formas de buddhismo y otras religiones, tiene creencias particulares que a lo mejor no resulten un aporte útil a la ciencia. Pero esto no quiere decir que por eso sea necesario descartarlo todo. Y un error muy común hoy en día es creer que, si se toma algo de alguna de estas filosofías para hacer un constructo psicológico, se está incurriendo en la construcción de una pseudociencia. No es extraño ver que las personas hablen del Mindfulness cómo una pseudociencia, porque resulta inconcebible que, a pesar de que se haya demostrado lo contrario, una religión pueda aportar algo realmente “util” a la ciencia.
Pero el Mindfulness es como una excepción a la regla, porque a pesar de que, tratamientos como la Terapia Cognitiva Conductual, tienen una base filosofica, también basada en el buddhismo y otras filosofías, la atención plena es la más fácil de interceptar porque su práctica es literalmente el objetivo supremo de una religión. Volviendo a la TCC, podemos decir que, si bien, la primera noble verdad habla del sufrimiento (dukkha) como algo inevitable, y de que de lo único que tenemos control es de como reaccionamos a este, no se trata de algo central en esta filosofía. Sin embargo, esto si es algo central en la Terapia Cognitiva Conductual, ya que, está busca que las personas cambien su modo de pensar con el objetivo de que sus reacciones sean más adaptativas frente a ciertos estímulos que, en principio, generaban una respuesta irracional. Lo que me lleva a decir que, parte de esto también viene de Confucio y del estoicismo; por lo que, no se puede dudar de la fuerte influencia filosófica de la TCC.
Ah, la Terapia de Aceptación y Compromiso. Ni siquiera está zafa. Ni hace falta mencionar que el proceso llamado “atención al momento presente”, si bien no siempre se basa en Mindfulness, si lo hace la mayoría de las veces. “Aceptación” es, en definitiva, lo que la primera noble verdad dicta para el sufrimiento como algo inevitable. “Yo como contexto”, es, en definitiva, una referencia al Jnana Yoga del Hinduismo; que se puede combinar a “defusión cognitiva”.
En principio, toda ciencia conductual tiene su inicio en alguna filosofía. Esto no significa que, por ello, la ciencia sea menos ciencia. Porque, en realidad, la ciencia es una evolución de dichas filosofías, un modo de estructurarlas para que sean compatibles con la epistemología. Toda la psicología contextual tiene de base filosófica al contextualismo funcional, que es filosofía al final; pero, su paso por la ciencia, la transforma en análisis conductual.
Al final, solo queda entender que, más allá del origen de cada ciencia, lo que realmente importa es que estás puedan ser probadas cómo ciencia, que sean susceptibles a la epistemología. Si se llevan a cabo un conjunto de Ensayos Controlados Aleatorizados (RCT) y de revisiones de metaanálisis, es suficiente. La validez y confiabilidad se encuentra en ello y no en su origen.
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