Por Diego Calp
El psicólogo del desarrollo Donald Winnicott, en sus estudios sobre la relación de la madre con su hijo, plantea la existencia de la función materna (lo que erróneamente se llama instinto materno). Algo que, incluso, puede iniciar en la etapa prenatal. En dónde el bebé que está cerca de nacer, comienza a identificarse con la madre desde ese momento. Luego del nacimiento, está comienza a identificarse con su hijo, de tal manera que logra comprender casi con certeza, si este está llorando por hambre, por dolor o por tristeza. A su vez se produce una circunstancia bastante peculiar, que es la existencia de una dependencia tanto del hijo hacia la madre, como de la madre hacia el hijo.
En relación a esta situación, podría hablarse de la concepción del nirvana de cierto filósofo indio. Me refiero a Nāgārjuna, quien interpretó el nirvana de una forma que resulta harto razonable. Si este significa, por un lado, “extinción” debido a que se eliminan todas las semillas karmicas a través de las cuales los jivas (espiritus) renacen en un nuevo ser; por el otro se trata de “la ausencia de la individualidad”. En este segundo caso, Nāgārjuna llegó a la conclusión de que, si la individualidad resulta una mera ilusión, un engaño del cual el ser humano debe despertar, entonces, se refiere a su opuesto, es decir, la dependencia. Así es que, el filósofo termino por concebir que, como no existe individualidad alguna, todo es dependiente. Cuando digo todo, me refiero literalmente a todo; un ejemplo simple y específico podría ser que, una prenda de ropa depende de la existencia de una persona para servir o incluso existir; puesto que, de lo contrario, a nadie se le habría ocurrido fabricarla. Y a su vez, la persona necesita de ella para abrigarse o protegerse del frio.
En este caso, mi deseo era hacer la relación a lo que dice Donald Winnicott de la función materna; en el sentido del significado de la dependencia. Por un lado, Winnicott considera que la madre y el niño dependen uno del otro, puesto que ambos se identifican entre sí y, de alguna manera, llegan a saber que desea el otro gracias a esto. Por el otro, Nāgārjuna que plantea la total dependencia de todo y su imposible individuación. Si bien es cierto que la mujer podría existir y desarrollarse sin la presencia o existencia de un hijo, no puedo negar que me dio curiosidad la relación que había entre la madre y su hijo, y la dependencia planteada por el filósofo buddhista. Puesto que, esta última, literalmente refiere que, en realidad, un objeto depende del otro para tener sentido. Y, en este caso, la madre, depende del hijo para llevar a cabo la función materna, al igual que el hijo depende de ella para sobrevivir. Pero, hay algo mucho más profundo, que es la capacidad de mutua identificación entre ambos; lo cual hace que esta relación de mutua dependencia se haga mucho más estrecha y fuerte, si no he de decir que, más importante y significativa.
Por otro lado, resulta interesante la reflexión de Nāgārjuna cuando se piensa en la familia de la India. Sobre todo, en la educación de los niños y niñas. Es curioso, porque, precisamente, lo primero que se les enseña es que no son seres individuales, sino que son parte de un todo fundamental. Es decir, que su individualidad, en todo caso, se encuentra subyugada a la comunidad o casta a la que pertenezcan. Esto me hace pensar si el filósofo buddhista, más que reflexionar sobre el significado del nirvana, no estaría reivindicando está interdependencia de los hijos a las castas de sus familias. Quizá, incluso, podría haber encontrado la manera de relacionar ambas cosas, tanto el nirvana como este significa inherente a la casta; y, si hubiera vivido en Occidente durante el siglo XX, a lo mejor una tercera analogía en cuanto a lo que planteaba el psicólogo del desarrollo.
Lopez, D.S. (2001). El Buddhismo. Introducción a su historia y sus enseñanzas. Editorial Kairós, traducción de Ferran Mestranza. Barcelona. ISBN: 978-84-7245-653-2
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